Como muchos antes de mí, me enamoré de los colores y del caos de la India. Sumida en el misterio y la mitología, barrida por el tiempo y la conquista y adornada con pompa y ritual, no hay ningún lugar como la India. Pero lo que más interesante encontré es que la India, más que un destino, es una experiencia. Y aunque puede ser abrumadora a veces, no tiene sentido tratar de resolver, entender o arreglarla. Es un país de más de mil millones de personas y tiene un impulso completamente propio. El momento en que piensas que entiendes la India es precisamente el momento en el que pierdes la perspectiva.

Me entregué a la magia de la India y encontré la verdad en estas palabras del autor Rumer Godden: «Una vez que hayas sentido el polvo indio, nunca estarás libre de él». Ni las palabras ni las imágenes pueden evocar la complejidad de la cultura, la diversidad del terreno o la intensidad de las tradiciones. Para sentir su magia, ser tocado por su espiritualidad o participar en sus celebraciones, te puedo decir por experiencia que simplemente tienes que estar en la India.